viernes, 29 de abril de 2011

El año que pasé en la bahía de nadie, de Peter Handke.

Mein Jahr in der Niemandsbucht. Ein Märchen aus den neuen Zeiten, 1994.
Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main (la editorial de Bernhard y Hildesheimer, para variar).
Publicado en España en 1999 como "El año que pasé en la bahía de nadie (Un cuento de la época actual)". Versión española de Eustaquio Barjau. 580 páginas.

El libro, estructurado en varias partes comienza con unos capítulos que encierran algunas preguntas sin respuesta que más bien parecen propias de una canción de Siniestro total, que de un escritor supuestamente metafísico. Estas preguntas son quién y quién no, dónde y dónde no -o al revés, que el orden también debe tener su importancia, retórica al menos-. También hay un capítulos dedicado a la primera transformación del protagonista -ésta es una extraña transformación, ni él mismo sabe cómo ni para qué se produjo, y mucho menos su consecuencias, buenos, sus consecuencias sí, escribió este libro-. Luego hay siete capítulos dedicados a cada uno de los personajes cercanos al protagonista. El narrador es un escritor austríaco, Gregor Keuschnig, originario de la región de Carintia, concretamente de la población de Rinkolach -en la llanura de Jaunfeld-. En un momento dado Keuschnig se muda a un pueblo de los alrededores de París -en las colinas sobre el Sena- donde planea escribir definitivamente "un libro-Keuschnig" -échense a temblar-. La relación con los siete presonajes centran el deambular del texto -no estoy seguro de nada de lo que digo con respecto al libro pero creo que es así-. Estos personajes son el hijo del narrador -Valentín-, el sacerdote de Rinkolach, su amiga y amante casada, y sus amigos el cantor, el pintor y director de cine, el arquitecto y el lector.
Asistimos a pasajes de un humor extraordinario -por provenir de Handke-, como el que narra el recibimiento que le hace el sacerdote a Rinkolach cada vez que Keuschnig decide visitar su pueblo natal -incluso cuando éste lo hace a escondidas y sin dar aviso de llegada el párroco lo espera sin falta cada vez-. Otro pasaje muy gracioso es el que explica el conocimiento que traba con un lector de su obra quien le aborda en un café inesperadamente y que termina analizando sus libros ante él, provocando en el propio Keuschnig un desmedido afán por releer su propia obra. Este amigo, que será denominado como el lector, hace de la lectura su epicentro vital, hasta que decide no leer nunca más, una figura que nos remite al sensei de una de las novelas de Soseki.
Mirar, no actuar.
"Para mi el lugar adecuado en la vida es el de espectador". Al menos es el más cómodo.
"Pero ¿quién sabe? Quisiera actuar de un modo resuelto, y surgen ya las preguntas. ¿No podría ser que el mirar fuera ya un actuar?, ¿que se metiera en lo que está sucediendo y llegara incluso a cambiarlo? ¿Un espectador determinado no sería también un posible héroe?" (p.32). Bueno, digamos que la pasividad es también una forma de actuación en cuanto no interviene en el devenir de las cosas, pero eso no significa nada, son sólo palabras, por no decir que lógicamente el escritor surge de la observación, participe o no en la acción.
La transformación.
"Y mientras los días seguían y yo, ya fuera con pánico o de un modo sosegado, seguía con lo mío, la transformación, lo que es la transformación, iba apareciendo cada vez con más fuerza en el lugar del final que, mientras tanto, había ido estrangulándome. ¿Transformación de quién? ¿Qué clase de transformación? Para empezar sólo sé esto: en aquel tiempo viví la transformación." (p.16)
En definitiva, ¿quién decide si ha ocurrido una transformación, quién que esa transformación no es transformación sino simple evolución? Es claro que la transformación debe medirse justamente a partir del momento de la transformación, es decir, evaluando sus consecuencias, por eso delimitar el momento del cruce exacto depende de la perspectiva que se tenga con respecto al momento de la transformación. El relato avanza a base de preguntas sin respuesta y Handke no se ruboriza a la hora de contestarse con nuevas preguntas -sin solución de continuidad.
El fracaso.
"El fracaso, conmigo, con los otros, parece ser incluso la regla."
Toda regla de por sí encierra un fracaso, eso lo sabe todo el mundo, si la regla es fracasar ya ni te cuento, doblemente fracasado.
"... creo que si no hubiera estado disimulando los continuos fracasos de mi vida, sino que los hubiera aceptado, aunque fuera una sola vez, ya no existiría." (p.17)
Pero disimular un fracaso es un fracaso igualmente, no debemos fracasar con respecto a los fracasos, hay que saber extraer del fracaso lo que de positivo haya en él, y si no lo hay, inventarlo.
"Por otro lado, desde siempre he sentido atracción por los fracasados y los que no salen adelante -como si ellos fueran como hay que ser. Los veo, desde lejos, literalmente ennoblecidos, o como si, entre nosotros, los de hoy, fueran las únicas figuras que tienen un destino." (p.20)
Esa es una idea muy romántica -en el sentido histórico del término-, algo así como una visión muy Caspar Friedrich David, o una visión muy goethiana, lo cual no significa que sea una idea loable en su totalidad. Lo romántico tiene su interés, pero siempre que lo consigamos acotar en una parcela de nuestra vida ¡que no nos entorpezca el resto!
El amor y la amistad son falsos.
"En compañía del otro, a mí me parecía siempre que nuestra amistad carecía de fundamento. El amor era tal vez una estafa también, pero una estafa sólida, ¿la amistad, en cambio, era una falsa fe?" (p.24).
No hay que ser especialmente pesimista para darse cuenta de que los lazos que unen a las personas son tan débiles como esas mismas personas. Tendemos a superlativizar la naturaleza del amor y de la amistad, pero ése es un concepto más literario que real. Lo auténtico, lo que no deja lugar a dudas es que: 1. el amigo es aquel al que decepcionas y que te decepciona, y 2. el amor se acaba, tarde o temprano. Pero eso no quiere decir que sean falsos, son inestables, humanos, en definitiva.
La inspiración.
Me pregunto a menudo si el tema principal de esta novela no es otro sino el de la inspiración del creador. Termino concluyendo que el tema principal de cada obra literaria o de arte es la inspiración. Pero en este libro de Handke la cosa es más que evidente. Desde el comienzo le está dando vueltas a su libro-Keuschnig. El libro en cuestión es el capítulo dedicado al año que pasó en la bahía de nadie. Antes de ese capítulo son todo cavilaciones del narrador, incluso el propio capítulo son cavilaciones del narrador. El libro es una cavilación continua, y es lo que más me gusta de él, en definitiva.. 
"Yo estaba seguro de tener en la punta de la lengua algo inaudito. Y lo único que me venía a la mente era eso: representar."(p.37). Sí, todos tenemos en la punta de la lengua una obra genial, pero nunca nos sale.
Tono balzaquiano.
"...durante un tiempo estuve pensando en escribir una segunda comedia humana, al modo de Balzac, libremente, una narración sobre la sociedad en un continuo ir y venir entre los que tienen nombre y los que no lo tienen (...) En mi cabeza el libro tenía incluso un título. Se llamaba: El farmacéutico de Erdberg. Ni siquiera la empecé." (p.59)
Estas líneas me recuerdan enormemente a Truffaut, ya que algunos personajes de sus pelis -Antoine en Los 400 golpes, por ejemplo- leen a Balzac con fruición. También me hace gracia que finalmente Handke terminara escribiendo en 1997 al menos algo parecido a una novela de un farmacéutico rural:  
"Por aquel entonces yo pensaba que los personajes de una historia no debían tener nada que ver con seres vivos, cualesquiera que fueran éstos. Cuando le conté esto al pequeño profeta de Porchefantaine, opinó que, a pesar de todo, yo hubiera tenido que empezar". (p 65)
Los seres vivos aburren. Matute dijo ayer algo así como "quien no inventa no vive".
Cavilar, cavilar.
La catalana:
"Decía que yo me ponía obstáculos a mí mismo con las cavilaciones obre la forma, que carecía de técnica narrativa, mientras ellos las empezaban a contar sin rodeos (la catalana se refiere a los viajeros Friaul o Glastonbury), que escribían como los rusos del siglo XIX, o como los americanos de la primera mitad del XX Y cuando yo continuaba rivalizando con estos libros y decía que ya no tenía autor sino sólo un presentador para todos los esclavos de la bazofia escrita, con una materia tan elaborada que allí no quedaba ya nada que leer, ella pensaba también que yo estaba celoso, porque aquéllos habían hecho escuela."
Celoso de Dostoyevski y Faulkner, lógico, quién no.
Un libro Gregor-Keuschnig.
Un libro con personalidad, en definitiva: p93. "del hecho de que a los ojos de Philip Kobal, yo y el lugar donde vivo no entren en cuestión para un verdadero libro, un libro de Gregor-Keuschnig, de este juicio, de la exclusión que él comporta, sólo me he podido mantener libre gracias a mi obstinación."
La enemistad.
"Desde niño tengo una predisposición para la enemistad.(...) Cuando rompía con alguien, inmediatamente estaba de acuerdo con la situación.. Estar enemistado con alguien me proporcionaba una satisfacción, en algunos casos un triunfo." (p95). Puede que esperando la reconciliación, o al menos la posibilidad de ésta, o puede que no, no se pronuncia Handke al respecto de esta satisfacción, puede que se refiera al éxito de su aislamiento. Aunque a veces las rupturas son teatrales.
"La ruptura de la noche pasada, que había parecido algo definitivo, ni siquiera se mencionó. Él (el cura) no cambió en absoluto su conducta de autoridad suprema, omnipotente, del lugar; la ejerció aún con más fuerza, la exageró".(p 111)
El lector.
"Y he aquí que, de nuevo, en el lector me llamó la atención algo que, una vez más,hizo que me indignara contra él. No leía para sí mismo; iba en busca de otros que pensaran como él." (p.106).
Es la eterna búsqueda del yo mismo en la obra ajena, como si reconocernos en la obra de un genio nos dotara de mayor importancia o nos hiciera copartícipes de su genialidad.
El código romano.
Una nueva forma de narrativa, forma en definitiva, entonces ¿acaso hay posibilidad de novedad?
"Por el hecho de prever aquellos artículos todas las modalidades de las cosas, a mi ya no me amenazaba ningún caos, se esfumaba la irrealidad -a mis ojos nada más que catastrófico que ésta. Una legislación que, sin lagunas, cataloga culpas y castigos no solamente ordena el mundo sin oque además, como lo estoy viendo todavía al leer estas leyes, lo ensambla y le rinde homenaje". (p122)
"Un nuevo libro de relatos es lo que deseo. Y luego vuelvo a ver ante mí y en mí algo grande que busca una forma completamente distinta de la forma narrativa. Pero, ¿cuál?" (p 125)
La Acrópolis.
"En la Vega de Poussin, incluso los días oscuros, turbios, dominaban los colores. Aunque  no ocurría nada, allí había gran movimiento. Aunque aquello no era la lejanía, mi vista llegaba hasta lejos. En una ocassión me vi a ti y a mí andando al pie de la Acrópolis." (p 129).
Pensamos en la Acrópolis y en el narrador de Tynset, escuchando gallos hasta el amanecer, y en Mark Twain y su misión nocturna.
Siete personajes.
"Pero precisamente eso, que de mi hijo, de mi amiga, del cantor, del arquitecto y carpintero, del sacerdote, del lector, del pintor y director de cine sepa yo tan poco, y el hecho de que además estén lejos, es lo que me los hace interesantes y lo que me atrae de ellos."(p139).
Esto es una historia de una transformación o es a partir de una transformación cómo se gesta esta novela.
En la historia de la primera transformación Keuschnig -quien vive de los emolumentos obtenidos por la venta de sus libros, en una actitud creativo-ociosa que nos recuerda a los personajes de Bernhard "Yo allí tampoco trabajaba;en los años siguientes apenas escribía una sola línea."p 178, quienes normalmente no dan ni golpe y únicamente se dedican a escribir un trabajo intelectual inútil para la sociedad-, se deshace de su hijo -lo manda con su hermana a Austria- y está una temporada conviviendo con sus amigos, viajando, observando sus actividades, las del pintor, la del arquitecto, la del cantor -quien intenta poner música a una letra de canción escrita por Keuschnig, una letra a la que resulta imposible poner música-, hasta que se instala en Cataluña, en Llivia -finalmente acabará en los alrededores de París, junto a los estanques del Sena -"cada vez con más fuerza yo me sentía atraído hacia esta nada. Pronto, mucho antes de cumplir los cuarenta, años, me había dado cuenta de que la vida de la ciudad, incluso en los márgenes de ésta, ya no era nada para mí." p152- para escribir una novela. Esta novela estará emplazada en las orillas del Orinoco, un lugar que no ha visitado nunca Keuschnig. Cada paraje de su entorno los ubica en las proximidades del Orinoco, conformando una obra tan irreal como estudiada hasta el milímetro. Así Keuschnig se preocupa de la primera frase, y ahí comienza la primera transformación, creemos.
Satie.
"Satie era uno de los pocos compositores que no me parecían seres extraños, metidos en sí mismos, inalcanzables." p155.
A lo Stifter.
Nada como dar un voltio por los alrededores para encontrar la inspiración, como si la inspiración fuera responsabilidad del entorno, de lo externo.
"Para mi aquellas desapariciones, día tras día, en los pueblos cercanos a la gran ciudad, eran la primera buena costumbre que hasta el momento había adquirido". p161.
Fobia a la ciudad.
"En la metrópoli -y se me antojaba que en Nueva York o incluso en Roma esto hubiera sido mucho peor- yo padecía cada vez más de un mal que me amenazaba ya cuando era joven, desde mi época de internado: de pérdida paulatina del lugar, de desaparición del espacio." p162.
Este párrafo me recordó cuando estando en la EGB, la Sta. Santi nos preguntó qué nos daba miedo en un intento de enumerar las fobias posibles en el ser humano, la gente contestó lo típico, los habitáculos cerrados, las arañas, la oscuridad... Cuando me tocó a mi ya estaba todo dicho así que me salió decir la tontería de "la ciudad". Ella se quedó muy impresionada. Todos en la clase me miraban como un bicho raro -más raro, quiero decir-, y yo no sabía si había dicho una tontería o una genialidad.
La calera de Bernhard.
"Se podía ver también la casa, como la veía uno de mis acompañantes, como un inmenso silo de piedara, vacío y destripado, en una hilera de bloques cubiertos con tejas, pizarra y chapa." p164.
No sé ustedes, yo ya imagino una enorme calera siniestra.
"Yo seguía loco por mi futuro hogar; ardiendo en deseos de instalarme en él. La catalana pensaba al principio que a mí me gustaba aquello simplemente porque, como siempre, quería lo contrario de lo que quería todo el mundo; que yo sólo me encontraba bien en el papel del único, del solitario incomprendido por todos, que sufría una injusticia tras otra incluso de los que tenía más cerca, con todo el mundo en contra." p.164.
Vamos, que lo que le gusta a Keuschnig es llevar la contraria.
"Durante mi vida, el no poder acercarme al mundo, la inabarcabilidad e inaccesibilidad de éste, el hecho de estar excluido de él me han acosado de un modo muy doloroso. Este ha sido mi problema fundamental." p.169.
Pero el mundo no tiene la culpa de eso.
El proceso creativo.
"En el momento de ponerme a escribir, el camino era un camino distinto del de antes, radicalmente distinto, un sendero lleno de obstáculos.  Y de esta manera, incluso aquí tengo ganas de ser incoherente, y ello hasta el final del siguiente párrafo." p173.
La incoherencia se rige por una profunda coherencia, es un pensamiento que me viene muy a menudo, para ser incoherente no pueden perderse de vista las reglas de la coherencia, precisamente para desobedecerlas, lo que revierte en una paradójica fidelización de la coherencia, de la norma.
"De ella nada me asustaba tanto, nada iba teniendo cada vez más con los años, nada acababa poniéndome tan furioso como esta continua disponibilidad para el recelo." p 174.
El recelo es lo peor, envenena el alma de quien lo padece.
"Cuanto estábamos en armonía era como si esta situación la estuviera viviendo otro, en un cuento, y no hace mucho tiempo que pienso en lo fabuloso como en la más alta de las realidades". p 175.
Es que la armonía es un estado de suma inestabilidad, una simple brisa lo desbaratará y luego sólo podrás recordarlo con nostalgia. Hay que evitar a toda costa la armonía.
"Yo no era yo más que cuando había perdido algo. La aflicción y el estado de desavenencia, la contradicción, eran lo mío. La catástrofe con los míos, éste era mi sitio. Si en la alegría yo daba la impresión de ser alguien rodeado de tinieblas, inaccesible, y por esto daba miedo a los otros, en el dolor, en el desvalimiento, en la desesperación empezaba a brillar y atraía la confianza de los que me rodeaban." p175.
Bueno, al menos en algo eras brillante, aunque fuera en la desesperación y en el caos.
"...escribir lo que había visto era algo que se me resistía, lo veía como algo innecesario, incluso como una modificación pertinente." p182.
Es una sensación muy común, ne cuanto te pones a describir la realidad lo grotesco te apresa y no te deja escapar.
"El hecho de que durante aquellos años no sólo anduviera ocioso sino que además careciera de impulso alguno de la fantasía o de espíritu de invención lo encontraba bien."
Demonios, no te aclaras, no te vale ni la realidad ni la fantasía, te vas a quedar recogiendo setas el resto de tu vida como novelista.
El catalejo.
"Al anochecer esperaba impaciente a que Valentín se durmiera para seguir con mis estudios. Tenía allí todavía un catalejo, digno de un observatorio y con el que miraba el cielo, que en el primer pueblo en que viví, más cercano a la periferia de la gran ciudad que los otros, estaba menos oculto por el reflejo de las luces que en París", p.185.
El catalejo de Hildesheimer o los austríacos tienen todos un catalejo en sus casas.
Aspirando a la soledad absoluta.
Cuando los demás ya te importan un bledo estás muy próximo al paroxismo del solitario.
"Por otra parte, poco a poco me fui dando cuenta de que tampoco tomaba en serio a nadie, y esto era así no sólo para los del pueblo sino también para los amigos ausentes." p192
El profeta de  Porchefontaine.
Se trata de un amigo cocinero de Keuschnig que tiene un mesón en un sitio idílico
"Él era entonces el patrón y el cocinero del mesón que hay en la depresión de la Fontaine Saint Marie, junto al claro que hay en medio de los bosques, como lo es ahora de un restaurante que está junto al terraplén de la vía, en el pueblo de Versalles, cercano a la gran ciudad" p. 193
De dónde o cómo debe nacer el libro.
"yo ni podía retomar mis experiencias, sueños y realidades, ni inventar una acción, una realización, unos conflictos. El libro, o lo que esto acabara siendo, había que sacarlo de la nada." p 209.
Si es que no te quedaba otra, ni de la realidad, ni de la fantasía, pues de la nada.
"La decisión fue esto, que un día en mitad de una frase como ésta, se me fue el tema. Y con el tema sobre el que escribir, el tema de la vida. Estoy cavilando siempre sobre aquel segundo y sigo sin saber por qué se precipitó sobre mí, de modo que yo, de una vez por todas, había equivocado el juego y la cosa había terminado. ¿Quién me puede explicar esto?" p213.
 Por favor, Peter Handke, no hagas preguntas retóricas, ¿pero no lo sabes ya? nadie. 
"Venerar en silencio lo inescrutable. Pero ¿para esto no se necesita precisamente la narración que lo rodea? De todos modos, se apoderó de mi la idea de que mi libro tenía que quedar incompleto y de que además estaba bien que esto fuera así." p 219.
No, si no eres tonto, dejaré el libro incompleto, piensas, así cuando te parezca podrás darlo por finalizado, muy inteligente, señor Handke. Yo hago eso muy a menudo, mis libros suelen durarme dos o tres párrafos -he escrito cientos de ellos-.
"Que una compulsión implacable como ésta fuera cediendo poco a poco se lo debía a las lecturas (lectores en el libro, N.K.), no de las Sagradas Escrituras, sino de los poetas , a Friedrich Hölderlin, que introdujo nueva sangre en mis venas, y luego a Goethe que, de un modo fiable, me dio algo. Aquella lectura me proporcionó raíces de aire y de luz", p.222.
En los momentos de máxima debilidad recurrimos a los grandes, ellos nos salvan siempre.
A vueltas con la transformación.
"Una vez más, ¿qué fue la transformación de Gregor Keuschnig?" p 226.
No, si a este paso no nos vamos a enterar nunca (transformación=metamorfosis? Gregor Keuschnig= Gregor Samsa? Handke= Kafka?)
Handke y Hildesheimer.
1. El catalejo.
2. El viaje a Wilhemshaven del lector en Historia del lector (Wilhelmstadt es la ciudad imaginaria a la que Hildesheimer acude en su coche y recorre sus calles).
3. La foto del obispo.
En el Hildesheimer el narrador comenta una foto de un obispo o un cardenal en un aeropuerto. Le besa la mano un político. En la bahía Handke hable de una foto del obispo que inauguró una iglesia de la zona "En la foto de la colocación de la primera piedra, junto a una parcela talada del bosque, se veía incluso a un obispo, una estampa especialmente extraña en este lugar, con un bastón terminado con una curva, algo que apenas se había visto nunca ne esta bahía ("1857: confirmación -por primera vez desde hace 30 años-: un obispo"), y en todo caso ninguna vez más ya." En cualquier caso no es comparable una situación con la otra pero me pareció curiosa la coincidencia.
4. El código civil o la guía de ferrocarriles.
"Mi comedia humana de la Austria de aquellos años, a imitación de las de Balzac y Doderer y del Código civil, no pasó de ser un juego mental." (p.64)
Recordamos cómo en el Hildesheimer el narrador leía ociosamente la guía de ferrocarriles de Noruega, cuando no el listín telefónico. También la pasión de Keuschnig por el Código penal romano -sin lagunas, todas las posibilidades contempladas y penalizadas con demencial exactitud- remiten a la guía de ferrocarriles de Hildesheimer (también sin lagunas, todas las estaciones están allí).
Handke y Wenders (es decir, Handke y Handke, guionista de Wenders)
-El intento de asesinato en el estanque (de su padre en La bahía y de Laertes en Falso movimiento).
"A la mañana siguiente el lector se puso en camino hacia aquel estanque que hay detrás de Wilhelmshaven, donde yo, según mi narración, la primera vez que me ecnotré con mi padre había planeado dejar que se ahogara en aquel lugar." p.273. También se llama Wilhelm el amigo lector de Keuschnig.
-Wilhelm Meister de Goethe: "Y el lugar de Las afinidades electivas y del Wilhelm Meister -las dos narraciones que mas se acercaban a aquello que el lector, en sus viajes de ida y vuelta, había presentado en la luz de la nieve". p 268.
Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister es el libro en el que se basa el guión -escrito por Peter Handke- de la peli Falso movimiento de Wim Wenders.
-La visión de spots televisivos (Keuschnig en la Bahía, Vogler en Alicia en las ciudades).
"A la vez seguía mirando de reojo lo que salía en la pantalla del televisor, siempre encendida; me interesaba por los spots publicitarios", p. 221. (Igual que en Alicia en las ciudades)
Las siete historias.
Bueno, después de las 7 historias de los distintos personajes (cómo le llega la vocación al sacerdote después de una conversación con un agricultor, cómo su hijo deambula por Yugoslavia como un vagabundo, cómo el pintor-director de cine rueda una peli en España sobre Mientras agonizo de William Faulkner, cómo el arquitecto carpintero viaja por Japón con la intención de componer un extraordinario álbum de fotografías titulado Franjas de tierra de nadie de Japón, o cómo nombraba su amiga las cosas en forma de perífrasis o imágenes, o cómo el lector tenía severos problemas para leer a Cervantes, o cómo el cantor recorre tierras escocesas en busca -o perseguido- por una canción  ...) Keuschnig nos cuenta los 10 primeros años que pasa en la bahía de nadie, a las afueras de París con Ana, la catalana, y su hijo Valentín -más tarde iniciará una relación de amistad con el hijo de un vecino ruso, el bebé Vladimir de dos años. Allí pretendía Keuschnig escribir su libro definitivo pero los ruidos "familiares", la presencia familiar en definitiva, le impide llevar a cabo esta tarea. La catalana termina por darse cuenta y lo abandona. Conocemos entonces las intenciones de Keuschnig. Escribir su libro a partir de su postura como espectador ("Y mi actividad, como luego vi, iba a ser la que más me iba: mirar" p385). En principio había pensado alojarse en un hotel con vistas, pero los plátanos le tapaban la visión de la plaza y además intuyó que tarde o temprano no podría mantener su anonimato entre la gente del pueblo,a sí que por esta razón adquirió aquella casa en las afueras ("lo único que haría yo allí sería habitar, y esto lo veía yo como una actividad que me llenaba totalmente", p.397). Una vez solo comienza el año que pasó en la bahía de nadie escribiendo su libro. Aunque había tomado muchas notas y llenado por completo numerosos libros de notas lo cierto es que la novela -este capítulo- avanza a costa de la memoria del narrador. Los detalles que describe son cotidianos, el pasaje de las avispas -remite a su intragable novela Los avispones que aún estoy intentando digerir después de varios años de haberla leído, quizás se merezca otra oportunidad, o a lo mejor soy yo el que merece otra oportunidad para la novela-, el ruido vecinal -aquí suena igual que Javier Marías quejándose de las actividades domingueras de sus congéneres en su artículo dominical, es muy gracioso: "Había días en los que yo estaba cercado por este ruido, un ruido tan múltiple, tan absorbente que lo único que se podía hacer era echarse a reír y seguir trabajando en silencio. Mientras, a través de las ventanas y puertas, abiertas de par en par, el vecino sin rostro se pasaba el día entero inundando sus alrededores con las más descabelladas arias -incluso la música más querida sonaba ahora de ese modo estridente-, el siguiente, ¿con una escopeta de aire comprimido? -¿de dónde si no el olor a chamusquina que llegaba a mi habitación?- disparaba incansable sobre las manadas de palomas salvajes que había allí sin limitarse, a las que estaban en la parcela de hierba, y el tercero, invisible, el de la esquina, probaba una de sus máquinas infernales, cuyo número aumentaba continuamente, porque,  con la última adquisición de la semana, en lugar de arrancarlo de donde estaba, pulverizaba, con raíz, tocón y tronco, el manzano, no muy viejo aún, que había en el diminuto jardín ¿que él quería convertir en una terraza para barbacoa?."
- También está el vecino activo, muy activo: "Además de esto, a veces, incluso en los días despejados, disparaba una especie de cohetes para provocar la lluvia y ponía en marcha otras máquinas para ensartar las hojas ajenas, traídas por el viento desde los jardines vecinos, para quemar un montículo formado por los topos, para fumigar una carretera abierta por las hormigas, para neutralizar los gritos de los gorriones, para desviar ráfagas de viento demasiado fuertes."
Ése era el método que Keuschnig quería utilizar, simplemente describir lo cotidiano, pero... ¿es eso suficiente para escribir una novela? ("Igualmente se desvanecían mis reparos de que en la historia de la bahía y de mis amigos, que estaban lejos, ocurrieran muy pocas cosas, que el argumento no avanzara, que para un libro de hoy las frases fueran demasiado cortas." Pero Handke, ¡para un libro de hoy precisamente las frases nunca son suficientemente cortas!).
Como si Keuschnig sospechara que no es suficiente -o es Handke- leemos incrédulos las noticias que nos llegan del texto acerca de unas guerras civiles en el mundo, una de ellas en Alemania, en el año 1997, el año en que Keuschnig está escribiendo su novela en la bahía de nadie, sin embargo aquí se dice que fue años atrás.
Handke y La calera de Thomas Bernhard.
Apreciamos idénticas estrategias disuasorias para visitas no esperadas tanto en Bernhard como en Handke.  "Mirando hacia otra parte se veía el dormitorio, con la cama por hacer,que seguiría así hasta la noche. Hacía frío en las dos piezas, las únicas habitadas, ninguna ama de llaves (¿ningún?) que la calentara; y él todo lo más lo hacía cuando venía un huésped, y muchas veces ni en estos casos." p.342. Es en la calera de Bernhard donde leemos que Konrad no calienta la salita donde recibe determinada visita para que ésta se encuentre incómoda y se marche cuanto antes, sin saber que su plan se revelará como insuficiente para con sus propósitos.
Handke y Falso movimiento y En el curso del tiempo de Wenders-Handke y de Wenders a solas.
Nos encontramos dos títulos de películas de Wenders aparentemente citadas (¿casualidad u homenaje?)
1. "Y entonces yo, crédulo a pesar de todo, voy siguiendo malamente aquel sueño y sigo rodeando la epopeya ordenada por él. Si de esto no sale nada, da igual. Hace ya tiempo que no ardo en deseos de hacer esto bien. Falsas direcciones, falsos movimientos, tanto mejor."
2. "Despreocupada, a pesar de su modestia y de su esmero continuos, la manera como estos primeros pobladores han completado sus construcciones en el curso del tiempo." p432
Viajes y melancolía.
Medios para alcanzar el estado melancólico -o para curarse de él-.
"Los sentimientos en su viaje eran nuevos, de otro tipo. Aunque provenían del cansancio, y se llamaran aflicción o sensación de abandono, él los vivía de modo más profundo y más persistente que los de su tiempo de gloria." p. 297
"En el Krytias de Platón se habla de los melancólicos, a los que, para alegrarlos, debería mandárseles a un viaje en barco, con una mar lo más agitada posible, para que así los átomos del cuerpo se barajaran unos con otros y encontraran luego un orden más sano. Este, y todavía mejor, podía ser el efecto de un largo viaje en autobús sobre todo por carreteras montañosas y llenas de curvas." p251
(Falsos) Doppelgangers.
No sólo Keuschnig cree ver dobles de su ex esposa Ana, la catalana, sino que su hijo Valentín ha creído verle en al menos 3 ocasiones en sus viajes.
"Y una vez Valentín llegó a verme cara a cara , en el transbordador del Pireo que iba a las islas del mar Egeo, donde "yo", descalzo y andrajoso, más joven de lo que soy en realidad, Gregor Keuschnig, escritor en crisis, a mis compatriotas, que estaban esperando en la cola, les ofrecía para comprarlas, unas caricaturas que había hecho yo mismo y que sacaba de una carpeta."
Guerra civil.
Como un eco de la guerra en Yugoslavia tenemos constancia de una guerra civil en Alemania, del que Handke extrae algunas conjeturas sobre el pasado reciente del país, y de sus heridas aún no cicatrizadas: "Después de esta guerra relámpago que tuvo lugar en el interior de Alemania, todo el país parecía liberado de algo (¿desde cuándo?)que pesaba sobre él, como una losa, del mismo modo como, se dice,una montaña se hace más ligera por la erosión e incluso puede crecer más..." etc. p512.
Handke y el arte.
- Fresco de la iglesia de Nikolaos Orfanos "descrito en mi narración".
"No mostraba la habitual resurrección del hijo de Dios sino unos momentos después." p 378 (historia del hijo)
- El primer cuadro profano de Brueghel (historia del cura): El día oscuro. p 349.
"...el de Viena era un cuadro más bien melancólico y casi amenazador para el que lo observaba, sobre todo porque la única cosa luminosa que había allí era el filo del hacha..."
La inspiración tiene su momento.
Al menos eso es lo que quiere pensar uno cuando pasan los días y no se le ocurre nada.
"Esperar el momento adecuado para comenzar el libro." p. 500 y pico.
Cuando no se te ocurra nada escribe al periódico local:
"Y me propuse escribir mi primera carta del lector a las Noticias de los Altos del Sena."
De qué va el libro.
Definitivamente ni el propio Keuschnig-Handke puede saberlo, si lo supiera el libro sería otra cosa, porque yo creo que el libro es en realidad la búsqueda del propio significado del libro.
"En mi vida de escritor, ¿he ido alguna vez más allá de estas pre-historias? Desde siempre he sentido en mí una gran historia y siempre que al final contaba la pre-historia, con ella se había terminado ya el libro. ¿Y no ha ocurrido exactamente lo mismo esta vez?" p 562.
La transformación necesaria.
Si no hay transformación no hay nada, ni creador, ni narrador, ni nada.
"Los no transformados han sucumbido por sí mismos". p 570.
Leyendo la Biblia.
- "Y en mitad de mi trabajo, en el libro de Samuel, leí también la historia de David y de su rebelde hijo Absalón, que cuando era muy joven estuvo años sufriendo porque no se le permitía ver el rostro de su padre". p 556. Ayer precisamente leí a Pitol cómo uno de sus amigos le refería que los traductores de la Biblia habían creado un estilo moderno extraordinario y que sería seguido por gente como Faulkner. ¿Acaso habrá que leer la Biblia?
La catalana.
Presencia casi constante en el relato, la catalana es la evidencia de un fracaso, en definitiva, de las carencias afectivas de Keuschnig -igualmente reconocidas-.
"¿Por qué  no encuentro en ti alguien a quien agarrarme? ¿Y por qué, sin embargo, sigo creyendo que no hay nadie mejor a quien agarrarse que alguien inestable, con tendencia a la nostalgia?" p 553.
No sé qué sentiría Keuschnig por la catalana en el pasado pero lo que está claro que ahora se odian (mira que llamarla "la catalana").
Al fin conocemos el sentido del libro.
Puede que el libro no sea más que una excusa para volver a su tierra natal una vez terminada su redacción.
"Desde los prados de antaño, en los que pastaban vacas, en mi país, en Rinkolach (adonde yo quería ir después del libro, para aspirar el aire de mi tierra natal), me había seguido hasta aquí", p 552.
Sueño.
Los sueños literarios no son de mi devoción, por ejemplo, en Vila-Matas me aburren soberanamente. Pero cuando el sueño es paradójicamente lógico -si esto es posible- la cosa cambia, porque pueden ser una fuente de inspiración interminable. Éste de Handke me recuerda a uno que tuve hace poco en el que se descubrían unos documentos en un teatro de Córdoba que demostraban que Mozart había compuesto La flauta mágica en esta ciudad.
"La víspera me fui a dormir antes de lo acostumbrado, y por la noche, en un muro de la Siena medieval, vi un retablo sobre el que se discutía si era o no de Giotto." p 547.

Es evidente que he sido totalmente incapaz de ordenar mi comentario, de mostrar las claves de esta novela, de digerir su contenido y de exponer los temas referidos con claridad, pero alguna vez tengo que darlo por finalizado. Para ello redactaré una pequeña sinopsis que de una idea del libro en líneas generales.
Sinopsis.
Gregor Keuschnig se retira durante un año en soledad a su casa de las colinas sobre el Sena en los alrededores de París. Allí -y a través de su libro, quizás- recuerda a sus amigos -incluida su amante, su hijo y su ex-mujer- y dialoga consigo mismo sobre la cotidianeidad como herramienta de creatividad y sobre la construcción del libro desde su propia persona, desdibujando los contornos existentes entre realidad y ficción, autor y personaje, hechos y relato, sinceridad e imaginación, reflexión y simple descripción.
Después de la lectura obtenemos de Handke gran cantidad de pensamientos, de ideas sueltas, de gran originalidad y perspicacia, así como una visión de conjunto de una obra heterogénea acerca de la creación y del ser humano en relación con la creación. Aún con sus defectos -Handke no es un mago de las palabras-, este libro es excepcional.
Parece que no me ha ido muy bien en el primer intento de resumir el libro. Lo intentaré de nuevo.
Sinopsis (ésta es la buena).
Keuschnig escribe un libro.

Fin del comentario.

viernes, 22 de abril de 2011

En el curso del tiempo, de Wim Wenders

Después de comentar Tokyo-Ga, El estado de las cosas, Alicia en las ciudades y Falso movimiento continúo mi revisión de la filmografía de Wim Wenders con esta magnífica En el curso del tiempo (Im Lauf der Zeit), de 1975. Después de Falso movimiento, con guión de Peter Handke, Wenders decide escribir el guión en solitario conformando una road movie (Kings of the road se llama en su versión anglosajona) en blanco y negro donde la soledad, el desarraigo y el fin de los cines rurales son los temas centrales.
Fue rodada en 11 semanas, según títulos iniciales, desde el 1 de julio al 31 de octubre de 1975 en la RDA.
Bruno Winter es operario de mantenimiento de proyectores de cine y recorre el país reparando equipos de proyección de diferentes poblaciones rurales. Un día, apostado en una zona de descanso con su camión adquirido en Munich ve cómo un coche se precipita en el río a gran velocidad. De allí sale Robert Lander. Tras ofrecerle ropa seca este extraño personaje silencioso le acompañará en una jornada primero. Se dirigen a Wolffsburg. Allí, en la estación de tren Lander consulta el itinerario de las distintas líneas, Dessau, Grifhorn, Dresden, Helmstedt...
- ¿Desde cuándo tienes este trabajo con el cine y el camión?
- Dos años.
Finalmente Lander acompaña a Winter a Helmstedt, al cine Roxy.
- Ayer todavía estaba en Génova.
Pero Winter no le pide explicaciones a Lander sobre este comentario ocasional. Al día siguiente Lander no está.
- Se ha ido el kamikaze. El piloto de la muerte -se dice Winter.
Pero Lander tan sólo ha ido a por el desayuno y el periódico.
En un pueblo Lander termina siendo ayudante de Winter. Al final, de forma improvisada, ambos hacen el payaso tras el telón ante el jolgorio de los niños asistentes.
De vuelta al trayecto por carretera comentan el siguiente destino, Lander sugiere pueblos con extraños nombres Sin-paz, Sin-poder, la montaña del hombre muerto ("¡No existen!", dice Lander).
Recuerdan lo sucedido en...
-¿Dónde fue que...?-
- Schoeningen -contesta Winter antes de que Lander termine la pregunta.
- Me puse furioso, tú continuabas haciendo el payaso y yo te seguía el juego -Winter está cabreado.
- A mí me pasó lo mismo -le confiesa Lander.
Con gran dificultad ambos personajes intentan trabar cierta amistad -aunque una oculta resistencia les impide abrirse el uno al otro.
- ¿Haces algo aparte de hundir coches? - le pregunta Winter.
- Soy pediatra. En Génova me separé de mi mujer.
- No te he pedido que me cuentes tu historia.
Luego se encontrarán con un tipo extraño vestido con un abrigo de mujer manchado de sangre. Este hombre ha perdido ese mismo día a su mujer en un accidente de tráfico. El coche está empotrado contra un árbol.
- La muerte no existe. Sólo la vida existe -sentencia el extraño.
Lander le suelta un rollo considerable a Winter sobre sus sueños.
- Soñar era escribir, en círculos.
Un día Lander le deja una nota en el parabrisas a Winter: "Voy a lo de mi padre en Ostein".
Naturalmente no tenemos ni idea de lo que es "lo de su padre". Entonces vemos cómo en pantalla se alternan las dos historias paralelas que corren Winter y Lander. Winter conoce a una chica del pueblo que termina siendo la taquillera del cine y Lander conversa con su padre en la imprenta de éste sobre su madre muerta.
- Cállate ahora mismo o me marcho.
Al rato.
- Hijo, llevas tres horas en silencio.
Finalmente Lander pasa toda la noche editando una edición especial del periódico de su padre con el título "Cómo respetar a una mujer".
- Tenías que haber dejado al viejo en paz -le recrimina Winter.
Winter por su lado ha pasado la noche como proyeccionista pero lo suyo con la chica no va a más -a pesar de que compone para ella un demencial metraje de unos segundos que repite hasta el infinito-.
Ambos van a Hassfurt, al cine C&C que Lander conoce bien de su infancia. Allí toman la BMW de Paul, un amigo de Lander. Circulan durante horas por carreteras secundarias hasta llegar al Rin, que atraviesan en barca para terminar en una misterioa casa que parece ser la de la familia de Winter -él sollozará al final del día, seguramente inundado de recuerdos-.
Llegan a la aduana custodiada por una caseta donde deben estar los soldados americanos. Sin embargo ésta se encuentra vacía. Allí pasarán la noche. Lander le confiesa al fin:
- No soy pediatra.
- Qué eres entonces.
- Algo entre la pediatría y la lingüística. Analizo estudios de aprendizaje en niños.
A la mañana siguiente siguen con su camino. Los dos se pierden en reflexiones sobre la identidad y la compañía necesaria de la mujer.
- No soy yo mismo cuando estoy con ella -dice Lander.
- Entonces por qué la llamas sin cesar.
Lander se cansa de la actitud introvertida de Winter con respecto a la vida.
- Haces grandes teorías sobre estar solo.
Winter entonces hace un discurso -una gran teoría- sobre la nostalgia de cualquier mujer, sobre el ser yo mismo, sobre la contradicción de ambas opciones vitales.
Al final Lander se despide definitivamente con una nota: "Todo debe cambiar a la larga", lo que suena más inevitable que a una esperanzadora síntesis.
- Bien, haré lo que pueda -se contesta a sí mismo Winter antes de dar un grito que resuena -plásticamente- como El grito de Munch.
Aspectos artísticos y técnicos.
Bruno Winter: Rüdiger Vogler. De alguna forma es el mismo personaje que el Phil Winter de Alicia en las ciudades.
Robert Lander: Hanns Zichsler.
Música: Axel Lindstat, Improve sound music. Encontramos en la banda sonora música country-rock (con el slide típico que de alguna forma anticipa lo que será la maravillosa música de París, Texas de Ry Cooder, Suicide road), temas ambientales con saxofón -excepcional el del viaje en la BMW-  y algunos temas que podrían catalogarse como de rock progresivo instrumental, con cierto aire a lo Pink Floyd. Ésta es la canción de créditos finales: 9 feet over the Tarmac
Duración: 176 minutos. Es por tanto una peli no apta para impacientes.
Participó en la sección oficial de Cannes en 1976, un año cuyo jurado estuvo presidido por Tennesse Williams y entre los que estaba gente como Vargas LLosa o Costa Gavras. Ese año se llevó la palma de Oro Taxi Driver de Scorsese y Carlos Saura obtuvo el Gran Premio de Jurado -junto a Marquise O de Rohmer- con Cría cuervos. Ese año también fue premiada mi admirada Dominique Sanda por su papel en La herencia Ferramonti, de Mauro Bolognini. La película de Wenders recibió el Premio de la crítica internacional Fipresci.
Fotografía: Robert Müller, habitual de Wenders, presente en Alicia en las ciudades, Falso movimiento y muchas otras.
Comentario (breve, por favor).
Winter necesita estar solo y a la vez anhela la compañía de una mujer. Es la gran contradicción de la soledad -preguntemos a Peter Handke en su El año que pasé en la bahía de nadie, es curioso que salga a relucir el nombre de Handke precisamente en esta peli en cuyo guión no participó, lo que pone de relieve que las inquietudes de Handke y Wenders son parecidas, es decir, son dos tipos "raros"-. Lander intenta primero resolver la frustración que le produce el fracaso de su matrimonio intentando suicidarse, pero en realidad él no quiere suicidarse, sólo juega a suicidarse, cierra los ojos mientras conduce por la carretera -pero sólo un breve instante-, y termina dirigiendo el coche al río, con la seguridad de que podrá salir ileso de tal "accidente". Ante este juego Wenders contrapone la tragedia del verdadero accidente, en la figura del extraño solitario que encuentran y cuya mujer ha muerto estrellando el coche contra un árbol. La relación entre ambos personajes no tiene interés por resolverse, los dos son ajenos a sí mismos y no pretenden el consuelo que pueda proporcionar un extraño. Cada uno ve en el otro a su otro yo. Como metáfora del corazón humano Winter va de un lado a otro sin destino aparente, sin criterio racional, tan sólo se deja llevar, con esa música nostálgica de fondo, próxima al blues. Lander nombra las poblaciones que recorre el tren como si de un Hildesheimer cualquiera se tratase leyendo su guía de ferrocarriles. La existencia no es más que una sucesión de nombres, lo que conduce a lo ridículo el día que descubren aquellos nombres, Sin-poder, Sin-paz. Dentro de la estética desaliñada de los pueblos que visitan se presenta al espectador un paisaje rural en decadencia pero con la singularidad de lo auténtico, como si en lo gris residiera la única posibilidad de belleza, de silencio, de paz, en definitiva. El mito de la caverna queda representado por la actuación cómica fortuita de los dos protagonistas en Schoeningen . En esta escena Lander hace como que toca el piano, embotado sobre el teclado como si fuera Glenn Gould. Sólo dos cosas más. Hay varias escenas con niños que remiten a la inocencia figurada de Winter. En la primera Lander -antes de estrellar su coche en el río- invita a una niña en una estación de repostaje pero ésta le dice que no con el dedo. En otra unos niños juegan bajo un puente en un arroyo en una localidad interurbana. En la tercera, ya al final, Lander pregunta a un niño solitario que hay en la estación de tren. Hace una redacción sobre lo que ve en la estación. La grava, las vías, un hombre con el ojo morado, una sonrisa... El camino de la percepción distancia y cataliza nuestra propia realidad. En su reflexión sobre la soledad Winter dice algo absolutamente destructivo. Cuando está dentro de una mujer se siente profundamente solo, en lo que puede significar la gran demagogia de esa cosa que llamamos amor. En este marco de ausencias los caminos de Winter y Lander se separarán definitivamente, para no volver a encontrarse nunca más.
La peli puede verse en youtube con subtítulos en castellano:
Curso parte 1

jueves, 7 de abril de 2011

Tynset, de Wolfgang Hildesheimer


Hildesheimer. La necesidad de un comentario.
Hacía varias semanas que había leído Tynset de Hildesheimer. Tengo que hacer un comentario crítico de Tynset de Hildesheimer, me decía una y otra vez, pero de alguna forma yo iba retrasando el momento clave, es decir, el momento de redactar aquel comentario sobre este gran libro de Hildesheimer, Tynset. Me dije: primero introduciré algunas notas sobre el autor, eso es, y me puse manos a la obra, como suele decirse. Hildesheimer nació en Hamburgo en 1916. Hildesheimer, asímismo, murió en Poschiavo (Suiza) en 1991. En medio formó parte del grupo del 47 junto a Arno Schmidt (el Cortázar de la literatura germana, República de sabios), o Ingeborg Bachmann (Tres senderos hacia el lago), tres autores poco populares comparados con otros miembros del mismo grupo literario como Grass, Ranicki o Heinrich Böll. Recibió algunos premios como el Ciudad de Bremen -con Thomas Bernhard en el jurado- y el Premio Buchner, al igual que Thomas Bernhard.
Traducción: María Cuenca.
Portada. El pintor Chenavard, 1856. Foto de Féliz Nadar.
Editorial: Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main, 1965. Sí, la misma de Thomas Bernhard.
Lo esencial en Tynset: insomio, Tynset. Los personajes.
Después de estos datos me dije, no puedo escribir nada más, qué puede escribir alguien como yo sobre Tynset, esa gran novela filosófica-insomne-reflexiva-ditirámbica-espectral. Pues empezaré con el comienzo, nada más claro: "Estoy tumbado en la cama, en mi cama de invierno. Es la hora de dormir. Pero ¿cuándo no lo es acaso? No se oye nada, casi nada."
En las primeras páginas el narrador nos introduce en el deambular insomne del protagonista: sonido de la madera (pág. 15), olor a incienso procedente de la habitación de Celestina (pág. 16).
Vayamos por partes. ¿Quiénes habitan esta novela? el narrador, Celestina, su criada, el fantasma del padre de Hamlet, el predicador, la chica de la fiesta que quiere observar las estrellas con el catalejo del ático, unos personajes anónimos que reciben llamadas del narrador, y el personaje más importante, que es un lugar en realidad: Tynset, una localidad noruega y que ha sido descubierta por el narrador en la Guía oficial de ferrocarriles noruegos, edición de 1963. p.17: "De modo que leo esta guía oficial de ferrocarriles. Leo, por ejemplo, acerca de una línea secundaria que va desde Hamar hasta Stören, pasando por Elverum, Tynset y Röros."
Es decir, el narrador nunca ha estado en Tynset, toda la novela tiene la intención de ir a Tynset, no se sabe a qué, pero desde el principio sabemos que nunca el narrador irá a Tynset.
El insomnio es otro protagonista del texto: p.24: "Es tarde, quiero intentar dormir". Advertimos la desazón del narrador, ya no pretende dormir sino sólo intentarlo.
De Hamar no le llama nada la atención, tan sólo que allí había nacido una cantante de ópera, pero en Tynset, ¿quién había nacido en Tynset? ¿Acaso no se imagina el narrador el frío que tiene que hacer en Tynset?
La historia del narrador.
Bien, veamos, no sabemos dónde está el narrador. Pensamos que en algún lugar de Noruega, ya que de lo contrario no tendría sentido que tuviera la guía de ferrocarriles de allí. Una guía que tiene un par de años además. Pero el narrador vivía anteriormente en Alemania "Antes, cuando vivía en la ciudad, y en Alemania, antes me gustaba leer de vez en cuando la guía de teléfonos por las noches". Si bien el narrador se queja de este texto de presentar lagunas, de no ser compacta com ola guía de ferrocarriles. Son dos grandes lecturas, sin duda alguna.
A veces el narrador quería cerciorarse de la fiabilidad de su guía y llamaba al azar. Así al señor Huncke: "Lo han descubierto todo, ¡huya mientras todavía tenga tiempo!"., o al señor Gottfried Malkusch ("Gracias Obwasser", le agradece al anrrador el aviso). Luego probará con dos vecinos, el que escucha la tercera de Beethoven y Erhard Selbach.
Su criada, Celestina," bebe mucho y reza mucho" y "ya no va a la iglesia, se retuerce en sus pecados a lo largo del día". En la página 25 se encuentra por primera vez con el padre de Hamlet al darse un garbeo por la casa para intentar dilapidar su insomnio -te dije que no tomaras tanto café, Hildesheimer-.
Hará nuevas llamadas, al susodicho Obwasser, Karl Dietrich, y a Kabasta. Ahí ya parece que le cortan el rollo p.44: "Al día siguiente, la línea chirriaba cuando descolgué el auricular".
Ahora el que tendría que huir sería el propio narrador, ¡ahora era él quien había sido descubierto! : "Poco después de aquello dejé la casa, la ciudad, el estado, y me marché de aquí. Eso fue hace once años."
En la página 44 el narrador advierte el zumbido del silencio, en una artificial y desgastada paradoja poética.
Escarmentado de sus pesquisas telefónicas decide llamar al número del tiempo (nos acordamos del juez retirado en Rojo de Kieslowski): "Conozco esa voz femenina tan cuidada y su dicción excesivamente articulada" (ahora nos acordamos también de El amante del amor de Truffaut).
Sigamos con las indagaciones sobre el verdadero paradero del narrador, p.47: "¿Ubicación? ¿Dónde estoy entonces? ¿Dónde? Aquí, en ninguna parte."
Sólo tenemos la completa seguridad de dónde NO ESTÁ, no está en Tynset, evidentemente.
El reverendo revivalista Proscnizer.
Como en el mejor Bernhard -obra en todo caso posterior a esta Tynset, de 1965-, el despliegue de sensaciones, reflexiones y saltos cronológicos en la mente del narrador va dejando caer datos sobre una historia, entretejida, puzzleriana, la historia del predicador: "las manos cruzadas sobre el volante, el representante del movimiento evangélico de resurrección Mr. Wesley B. Prosniczer".
Recapitulemos entonces. La novela ya tiene algunos puntos claros a esta alturas:
1- la huida hace once años del narrador hacia un lugar incierto -episodio de las llamadas telefónicas furtivas-;
2- la idea de escapada hacia otro lugar, Tynset, la metáfora del sentido de su vida, de su destino, de un final, no por anunciado más factible (p. 51: "voy a intentar dormir, ¿cómo era ese nombre tan bonito? Tynset.")
3- la historia del reverendo Prosniczer;
p.52: "Hubo un tiempo en el que yo mismo intenté escribir una guía de teléfonos, como ejercicio".
Pues es un ejercicio muy saludable. Así inventaba un nombre con una ocupación (parece que en las guías alemanas figuran las profesiones delos titulares del teléfono) aunque p.52: "yo veía perfectamente que ahí había un error,... la imagen no se vio afectada, más bien destruida, o mejor aún, aniquilada, sí, esa es la palabra correcta, aniquilada". ¿Por qué pensamos en Bernhard una y otra vez?". p. 53. por ejemplo, inventa a Hanskarl Fuhrich, pero "todo era un poco más sórdido que mi borrador".
Los nombres son fundamentales, la sonoridad de un nombre, Tynset (p.55)
En la página 37 el narrador escuchaba el canto de un gallo, y en la p.57 recuerda el episodio de los gallos de Ática "para poder escucharlos cantar subí una tarde a la Acrópolis". Me acuerdo cuando Mark Twain en su Guía para viajeros inocentes tuvo que hacer una excursión ilegal para hacer una visita noctura a la Acrópolis. Allí no se encontró con los gallos de Hildesheimer pero sí con una buena manada de perros.
La muerte, ese reconfortante pensamiento.
Pero no crean, al narrador también le preocupa la muerte, p.68. “He muerto a menudo”, P.72. “La muerte entra aquí, de vez en cuando, a escondidas”. ¿Este tipo celebrará una fiesta en su casa? No puedo perdérmela, demonios.
p. 67 “Una muerte que sirve para inculcarme lo que significa la vida: ilusión y engaño y humillación”. Este pensamiento es muy propio de Thomas Bernhard. Si estás pensando en suicidarte no leas este libro, o bien léelo, es el tipo de libro que puede salvarte definitivamente o aniquilarte definitivamente.
Hay una herencia, lo que nos hace pensar de nuevo en Bernhard y en La calera o Amras: p.113 “Hace once años que me mudé aquí. Sin embargo, ya hacía algunos años que tenía la intención de mudarme aquí. Mejor pensado: tenía la intención desde que heredé la casa.”
p. 114. “Todo heredado (…), he heredado todo de mi tío, o más bien de mi tío putativo, así se le llama, creo.” En La calera de Bernhard el narrador quiere comprar la vivienda a su tío pero ese tío siempre se opuso a la venta de la calera desde el principio y sólo accedió al final, a su muerte."
Las posibilidades y el engaño y la investigación planean constantemente en la mente del narrador: p.80 “Al fin y al cabo Tynset tampoco será nada más que una confirmación de lo que yo he sospechado siempre (que me muevo en la inmensidad)”, p103 "engañar al sueño".
p. 78 “Quería investigar sobre Tynset, pero yo me pregunto ¿para qué? ¿Qué es lo que yo quería .saber realmente? ¿Qué debería esperar de Tynset?”. Tan sólo “un largo viaje”.
Hildesheimer culto.
Las referencias bíblicas, mitológicas y del mundo antiguo salpican el texto: p. 67. “Al igual que la ciudad de los nabateos se convirtió de nuevo en un desierto”. P 122 “llegaron otros invitados con la esperanza de ver algo inesperado, una fiesta mayor, quizá el salón de Belsasar”. Como una centella en nuestra cabeza se dibuja el cuadro de Rembrandt. P.123 “Hades con una Perséfone que lo arrastra hacia las estrellas.” O también en P.89 donde se reflexiona sobre la oración de Caín.
Ponerse al día: “voy a leer el periódico que está encima de todo que es del año 1961”. Como le sucede al industrial de Falso movimiento de Wenders y a algunos personajes de Bernhard el hecho de tener ánimo para leer el periódico –aunque sea atrasado- es señal de mejoría.
Escena fundamental: la ministra de guerra besa el anillo del cardenal en el aeródromo.
El libro de cantos.
A medianoche se da un voltio por la casa, p.118 “aquí deambula por las noches y subo hasta donde está el catalejo”.
p.119. “sólo arriba del todo, en el último piso, hay una cosa sóllida cubierta de polvo… un libro de cantos que y o deposité aquí y que nunca quité, último recuerdo de mi fiesta de despedida”.
Este libro alberga una historia muy particular que encuentra su bucleriano fin en el primer tramo del libro.
La fiesta.
¿Alguien puede imaginarse al narrador celebrando una fiesta? Pues sí, lo hizo, a modo de despedida del mundo exterior (p.120. "no he vuelto a ver a ninguno de los invitados". No me extraña, después de esa fiesta mejor te retiras de la vida social.). Allí apareció un predicador al que nadie había invitado realmente. Había también una chica que quería subir al ático para mirar por el catalejo (p.120). El predicador dio un sermón, les hizo cantar a coro y ridiculizó a todos (indignación) ("que se dejaran manejar en lugar de manejar"). Los evangelios –libros de cantos- volaron por todos lados.
Unas cuantas historias en el Hildesheimer.
Tenemos entonces una historia en el Hildesheimer.
1- salida en coche y encuentro con accidentado -el predicador (p.120. "no he vuelto a ver a ninguno de los invitados -excepto al predicador)".
2- la fiesta (anterior a 1): la aparición del predicador en la fiesta (p.133 "Él sacó una tarjeta y me la entregó: Proscnizer. Revivalist")
Tenemos otra historia.
1- las llamadas nocturnas amenazantes;
2- la huida a este lugar hace once años.
Y una tercera:
1- la abnegada y religiosa vida de Celestina;
2- la bendición de Celestina en la cocina por parte del narrador (p.179 "No me acuerdo del gesto, no lo he aprendido, sabía, que podría utilizarlo alguna vez".)
Y una cuarta:
1- la cama de Gesualdo, el asesino.
Una quinta historia.
1- el deambular por la ciudad capital de provincia a la que termina llamándole Wilhelmstadt, es decir, la ciudad de Wilhelm, lo que nos recuerda inevitablemente al libro de Goethe Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, el cual nos conduce a su vez a Falso movimiento de Wenders (es la obra sobre la que se basa el guión de Peter Handke).
Una más:
1- la de la cama para 7 personas en el hostal medieval adonde llegara la peste de forma silenciosa pero devastadora.
La más importante, la de Tynset, en proyecto, p.188 "Pero qué es lo que imagino con Tynset? ¿Qué? Nada, cállate, nada.", demonios, es un sitio muy frío donde no hay ni un alma, entérate de una vez.
La portada.
No sé por qué la foto de la portada es del pintor Paul-Marc-Joseph Chenavard, un pintor del que desconozco todo. Nació en 1808 y estudió con Ingres y luego con Delacroix, o sea, con los dos extremos del arte francés del XIX. En el Orsay se encuentra su impresionante Divina tragedia, una extraña combinación del academicismo de Ingres y lo tumultuoso de Delacroix, aunque sin su colorido.
Algunas ideas recurrentes.
Básicamente uno de los temas centrales es sin duda el insomnio, como fuente de pensamiento (ideas sobre la reparación de los defectos, la belleza, el sonido de los nombres, Gesualdo, la cama para siete personas con siglos de antigüedad...), de lucidez, de regeneración mental (reconstrucción de la fiesta, concatenación de los hechos del predicador Proscnizer), también de locura (el fantasma del padre de Hamlet, p.127 "atravieso la biblioteca y salgo al pasillo de piedra, allí está, rígido y callado, el padre de Hamlet", p.127 "me molesta que también se llame Hamlet", es verdad, es un lío), de incertidumbre (engaño, aniquilación, humillación, suplantación del mesías), de proyectos inabordables (visitar Tynset).
Hildesheimer y Bernhard.
Intentar establecer paralelismos entre la literatura de Hildesheimer y la de Bernhard es algo lógico. Creo que este libro, Tynset (1965), debió suponer una auténtica revelación para Bernhard. Si consideramos La calera, de 1970, su primera obra maestra podemos tender a pensar en la deuda hildesheimeriana de Bernhard pero hay que apuntar que ya en Amras de 1963 y en El italiano, también del 63–si bien algo menos en Helada (1963) y Trastorno (1966)- ya asistimos al germen de lo que será esa prosa reflexiva, portentosa, avasalladora y extraordinariamente inteligente –y mental y pesimista y decadente- de Bernhard. Entonces ¿quién influyó a quién? La poca obra publicada en España de Hidlesheimer –tan sólo su biografía Mozart y Tynset- nos impide por el momento establecer en qué dirección se movieron las inspiraciones mutuas de ambos genios. Mi teoría es que Hildesheimer recogió algunas ideas del talento naciente como novelista del primer Bernhard y las desarrolló hasta un punto en el que sólo el propio Bernhard podía ir más allá. Si bien el Hildesheimer redunda acerca de una idea obsesiva (un tema muy Bernhard) el estilo narrativo no es propiamente obsesivo (sí en Bernhard). Tan sólo encontramos algunos términos muy benhardianos (como aniquilación, humillación y sobre todo alguna idea como la del aislamiento del colectivo o la de un viaje imposible -a menudo concretado paradójicamente en Bernhard-) que configuran la extraña esencia del personaje protagonista (anónimo, ¿el propio Hildesheimer?). El único testimonio que conozco de la mano de Bernhard sobre Hildesheimer se encuentra en Mis premios, cuando como miembro del jurado del premio de la ciudad de Bremen, Bernhard reconoce no saber quién es ese Hildesheimer a quien le van a dar el premio, si bien, sí conoce su condición de judío.
La influencia de Hildesheimer.
Tan sólo recogiendo algunos autores citados a lo largo de este comentario encontramos algunas ideas de Hidlesheimer que han podido utilizar otros genios del arte como Kieslowski (Rojo, tan sólo basado en un breve párrafo, ¡pero es tan inusual que no podemos pensar sino en influencia!);Truffaut (en Domicilio conyugal, Antonie Doinel sólo necesita dormir cuatro horas, al igual que el narrador, y nunca se aburre, hasta que conoce a la chica japonesa, claro); Bernhard por supuesto (aunque no me decido a definir la dirección del influjo); Wenders (he citado varias veces Falso movimiento, y por lo tanto quizás Peter Handke, autor del guión, próximo de alguna forma a Bernhard), y supongo que algún otro que se me escapa.
Hildesheimer y La habitación verde de Truffaut.
A estas alturas muchos pensarán que estoy loco, aún así les daré una nueva razón para ello. Vi hace unos días La habitación verde de Truffaut. Aparte de la extraordinaria belleza clásica de una joven Natalie Baye hubo algo que me llamó poderosamente la atención, como suele decirse. Cuando Julienne Davenne (el propio Truffaut) le está enseñando la capilla recién creada para los muertos de su vida -inspirada en cualquier caso por su mujer prematuramente fallecida a los 23 años de edad- a la joven Cecilia Mandel se ven fotografías de algunos de estos personajes que significaron algo en la vida de Davenne. Así vemos a Wilde, Maurice Jaubert (un compositor de la primera mitad del siglo XX utilizado por Truffaut en algunas de sus películas, ésta entre otras), un soldado alemán que vio morir Davenne en la primera guerra mundial..., y de pasada, y sin que la cámara apenas se fije en ella, casi borrosa, vemos la foto de Chevanard, la misma que ilustra la portada de este libro, Tynset de Hildesheimer. Desconozco si ésta era la portada de la primera edición del Hildesheimer, o de la edición francesa en todo caso, pero teniendo en cuenta la gran afición de Truffaut por la lectura (su alter ego Antoine Doinel aparece en muchas pelis leyendo a Balzac) no es descabellado pensar que Truffaut conociera Tynset de Hildesheimer cuando rodara La habitación verde en 1978 y le quisiera rendir un pequeño homenaje, o bien simplemente admiraba la obra del pintor Chenavard.
El mensaje.
Una vez llegados a este punto, qué decir de Tynset, qué decir de esta magnífica novela, de este profundo análisis de la futilidad humana, de lo absurdo de la existencia, de la recurrencia de la muerte y de los recuerdos a través del insomnio, quizás el momento más lúcido y definitivo del alma humana.